La felicidad es la ausencia de miedo, dijo ayer Eduardo Punset, durante el Congreso sobre la Felicidad que patrocina Coca Cola. Parece que la ansiedad ha crecido en España durante esta crisis; que somos mucho menos felices que antes. Íbamos por un sendero, allá por 2008, con la sensación de subir una montaña soleada, sin miedo ni vértigo; sonrientes, escalando sin cesar, sin deparar en la resistencia de la cuerda, los piolets o los crampones. Montañeros de poca monta, aventureros sin resistencia, estamos hoy en la consecuencia de la mala educación, diría Almodóvar. La montaña continúa sin aspirantes después de cuatro años de descenso y, lo peor, no sabemos cómo volver a conquistarla. Hemos perdido la autoestima, aún nos duelen los golpes, las piedras despeñadas, los kilómetros desandados. Los maestros no amaron a sus pupilos ni les enseñaron la escalada. Estamos en la piel que habitamos, cargada de crueldades. En solo cuatro años hemos perdido (a) la juventud. ¿Quién subirá la montaña?