2018 ha sido un antes y un después: Me despedí a mí misma, renuncié a mi cargo y me nombré Mercedes Pescador. Abandoné el puesto de directora general (era demasiado largo) de Medialuna y de la editorial LoQueNoExiste y, también, dejé el de madre abnegada, perdonadora, sufridora, compasiva y otras tantas competencias divinas. Ya no tengo toda la responsabilidad, ni asumo todos los errores propios y ajenos. He fichado como recepcionista de la Vida y me va genial.
Me siento ligera de equipaje; maravillosamente humana. Soy, por fin, una empleada feliz en esta nueva empresa llamada Vida. Me lo merezco.
He dejado atrás los esfuerzos inhumanos por quedar siempre bien, por responder siempre al máximo a cada una de las infinitas expectativas de las diversas y diversos colaboradores. He decidido no quedarme siempre yo la última en la cola de las demandas vitales.
Francamente, desde que me despedí de mis antiguos cargos en este 2018, todo fluye. Confío en las infinitas posibilidades que esta nueva empresa llamada Vida puede ofrecerme. He fichado como recepcionista y aspiro al crecimiento.
La gente (esos hombres y mujeres que respiran a mi lado) piensa que me he vuelto egoísta porque ya no cuela eso de que la culpa es siempre mía. Mi gente está poniendo el foco su propio devenir, en su yo, para formar un nosotros compacto. La responsabilidad, por fin, la siento compartida. Qué alivio comenzar así un nuevo año sin galones, siendo, simplemente, Mercedes, la persona nacida para transmitir prosperidad, oportunidades y crecimiento. Sé que 2019 será el año de la comunicación, de los libros y de mi destino. Me lo voy a pasar mejor que bien y, cada cual que aguante su vela.
Me felicito por este 2018 lleno de renuncias y aprendizajes. También te felicito a ti, compañero y compañera de Vida. Gracias por estar a mi lado y hacer equipo. Aquí un vídeo resumen de cómo será esta comunicación.