¿Cómo logro el éxito en mi negocio? Desde mi propia pyme, entiendo el éxito así: “facturo lo suficiente como para pagar siempre, seguir contratando siempre, retener el talento siempre, y tener una reputación profesional consistente siempre”. La respuesta clave es “con confianza”, algo que puedo obtener con una comunicación interna y externa efectivas.
Entiendo la comunicación interna como la relación que mantengo conmigo misma; es decir, mi propio discurso íntimo. Lo que me digo en la intimidad: “Lo estoy haciendo bien, soy un desastre, puedo conseguirlo, visualizo la meta o la derrota, me veo capaz o impotente…”. Dependiendo de las noches o las mañanas, el discurso se balancea y así van las cuentas de la vida, arriba o abajo, dependiendo del ánimo, de ese hilo de confianza que nos lleva.
Entiendo por comunicación externa el diálogo silencioso o ruidoso que entablo con esos otros seres humanos que me rodean y que son espejos de mi misma: empleados, clientes, potenciales clientes, hijos, maridos, ex maridos, hermanas o madre. Todos, sin excepción, se encuentran en mi universo. Todos son yo. Su comunicación es la mía.
Este convencimiento me llevó, en 2014 a desarrollar el método de comunicación Sin vergüenza. Descubrí la perla que influye tan positivamente en la cuenta de resultados: La confianza en mí misma. “Conócete a ti misma, sé tú mejor aliada. Date permiso para ser tú”. Así surgió este método, como una vía para combatir mi propio miedo y ofrecer confianza en mi entorno.
El nivel de miedo miedo determina, tanto en la empresa como en el entorno personal, mi propio liderazgo. Desde la infancia recibimos mensajes que nos ayudan o nos perjudican en nuestras futuras habilidades; que nos hacen poderosos o nos agrandan el miedo natural que nos acompaña desde que salimos al mundo.
Me viene a la memoria la película El Discurso del rey, para argumentar esta idea: El padre, el rey Jorge V influye de forma decisiva en el desarrollo de su hijo, el futuro Jorge VI generando miedos e inseguridades que tendrá que afrontar para ejercer su cargo con la ayuda de un experto en defectos del habla, segundo protagonista de la obra cinematográfica. El discurso es y ha sido siempre la mayor herramienta de persuasión: A pesar de la diversidad de medios y de canales de comunicación, la palabra y nuestra propia voz son las herramientas de conexión más importantes. A menudo las tenemos escondidas en el ruido.
Sin vergüenza es un sistema de aprendizaje para lograr el empoderamiento, impulsando nuestra habilidad para comunicarnos. Vivimos llenos de redes, de interlocutores dispersos, de abundancia informativa y, sin embargo, ensimismados, aislados en una urna tecnológica. ¿Qué ocurre? Nos falta silencio, reconocimiento, poder, reflexión sobre cómo nos comunicamos.
Quiero hablar alto y claro; hacerme ver, entender y querer. El discurso y mi voz siguen siendo mis únicas herramientas para vender, persuadir, inspirar a otros, crear equipo y generar esa confianza imprescindible para lograr un balance positivo en mi empresa y en mi vida. Sin confianza no hay facturas. Sin confianza no hay amor; la comunicación es amor o desamor.
A lo largo de estos años de entrenamiento en sesiones prácticas he constatado lo mucho que nos cuesta apreciarnos y valorar nuestro propio talento. Solo si creo en mi propio poder prospero y soy capaz de reconocer a otros.
Sé que mis pensamientos no son secretos, se transmiten incluso cuando estoy en silencio. Necesito concentrarme en qué pensar. Sé que soy mi propia comunicación, mi grito, mi ceño fruncido, mi sonrisa o mis abrazos.