Lecciones de liderazgo
Estados Unidos ha perdido una gran oportunidad con la derrota de Hillary Clinton. Después de 44 presidentes, ella ha sido para millones de personas, la esperanza de romper el techo de cristal de la presidencia, que ninguna otra mujer había superado ni de lejos. No ha sido así, pero conviene apreciar el enorme valor y la osadía de esta mujer de fuerte temperamento, trabajadora y resistente, curtida en mil batallas.
Esta casualidad del destino, sin embargo, no le quita mérito a una Hillary que nos deja importantes lecciones de comunicación y humanidad. Son lecciones que sirven para construir liderazgos en todos los ámbitos de la vida, no solo el político. Ella sigue siendo un ejemplo de perfecta comunicadora y todos sabemos que no siempre gana el mejor.
Analizo algunos aspectos de su comunicación, poniendo en contexto su personalidad en el entorno de su propio país, con el objetivo de extraer ideas que pueden inspirarnos a todos.
Empecemos por Estados Unidos: Lo que más suele gustar (e impresionar) de Estados Unidos a los europeos, generalmente tan resignados, es la idea de que todo es posible si uno dedica tiempo y trabajo a cumplir sus sueños. En el discurso de Hillary, tras la victoria de Trump, sigue dejando constancia de su perseverancia y de su capacidad para seguir creyendo. Esto dijo:
Ayer presenté la obra de Hillary, el poder de la superación, analizando las claves de su comunicación
Hillary ha representado y sigue representando el conjunto de virtudes que hacen grande a cualquier líder: genio e inteligencia, conocimiento de la realidad, capacidad de trabajo, entusiasmo por su país, optimismo y talento. Estamos ante una mujer (una persona) de liderazgo natural, con una personalidad muy consolidada que nos deja huella. Nadie ignora ni sus actitudes, ni sus creencias, ni sus intenciones. Existen tres factores añadidos que configuran el liderazgo: la personalidad, la confianza y el discurso. Los menciono:
Personalidad ¿Cómo es Hillary?
Expresa siempre una profunda fe en sí misma y en los seres humanos. Esa fe la ha transmitido en su tono de voz, en su presencia rotunda, en toda su comunicación verbal y no verbal, durante los encuentros públicos. Hillary es la viva expresión de ese sueño americano construido sobre el inmenso poder del ser humano para alcanzar cualquier meta si se lo propone. Insisto, esta vez no logró la victoria final, pero esto es solo una anécdota en su gran trayectoria profesional.
Parece siempre dispuesta a decir a todos: Si yo puedo, vosotros también podéis, creed en vosotros mismos. No os desaniméis. En su discurso final, insistió:
Segundo factor clave del líder: La confianza
¿Hasta qué punto Hillary ha inspirado confianza en esta contienda? Usaré una frase que en su momento logró derribar a un presidente de los Estados Unidos ¿Compraría usted un coche de segunda mano? Esta maldad del equipo electoral de Kennedy contra Nixon en la campaña electoral de 1960 alcanzó tanto éxito porque sin decir nada lo dice todo.
¿El supuesto escándalo de los emails contra Hillary hizo que esta confianza se tambaleara? Las acusaciones, ataques, insultos han sido constantes. La batalla final se libró contra este aspecto clave en cualquier líder: inspira o no inspira confianza. Aunque fueran ataques basados en la mentira, tienen su efectividad: la violencia verbal y la mentira consiguen movilizar.
De la forma de inspirar confianza se ha escrito mucho, y también de cómo hacer una campaña electoral. Los romanos nos dejaron lecciones que no han pasado de moda y siguen vigentes.
Al observar los mensajes de esta contienda electoral entre Hillary y Trump, uno se da cuenta de que poco hay de nuevo, salvo la técnica y los canales (ahora los mensajes viajan por twitter) que haya mejorado la forma con que Cicerón conquistaba las mentes y los corazones de sus vecinos. En esencia, casi todo sigue igual.
En ‘Breviario de campaña electoral’, el manual escrito por Quinto Tulio Cicerón para uso de su célebre hermano mayor, Marco Tulio, candidato a cónsul de Roma algunos años antes de que naciera Jesucristo, podemos entender algunas estrategias. Lo que aconsejaba Quinto a Marco eran argucias para ganarse el fervor de los votantes. Entre ellas, destaco dos:
– “Debes adaptar el mensaje a cada persona que conoces, cambiando tu discurso cuando sea necesario (…). Se mueve a la gente más por apariencias que por la realidad”.
– “No estará nada mal recordar a la gente lo canallas que son tus rivales y difamarlos cada vez que se presente la oportunidad con los crímenes, escándalos sexuales y corrupción en la que han caído”.
Veinte siglos más tarde, estas recomendaciones del pequeño de los Cicerón siguen siendo sorprendentemente válidas, por la actualidad en los hechos que describe. Cada cual que juzgue si se han seguido estos dos consejos a rajatabla o no. Si los ha tenido en cuenta Hillary o Trump y en qué medida.
El tercer aspecto de cualquier líder: El discurso.
Un pelotón de asesores de imagen ha estudiado meticulosamente la vestimenta, el peinado y su aspecto. Se ha escrito mucho sobre cómo ha vestido Clinton en cada intervención pública, sobre sus peinados, sobre si aparecía cansada y con arrugas, en fin, sobre los muchos años que tiene. Nada igual se ha escrito o no tanto sobre los otros candidatos, con los que ha competido.
¿Cómo ha sido el discurso de Hillary a lo largo de la contienda e, incluso, en su última intervención? Ha seguido estas premisas, útiles para cualquier orador. Apunto algunas frases de su discurso final:
Piensa en su audiencia, habla para ella y de ella: “Si trabajamos juntos respetando nuestras diferencias, nuestros mejores días están por delante”
Revela su curiosidad, su pasión, e inspira a otros: “Juntos somos más fuertes, y nunca deben lamentarse de haber luchado por sus sueños”
No alardea ni resulta excesiva en su ego. Se muestra a veces vulnerable, habla de sus fracasos y de cómo los ha superado.“No nos cansemos de hacer el bien, no nos descorazonemos, aún hay mucho trabajo por hacer”.
Fama y prestigio (un buen nombre) son virtudes que se presuponen en un candidato. Hillary las tiene y las ha demostrado. De las muchas crónicas sobre su oratoria destacan las que mencionan su enorme capacidad de trabajo para preparar lo que tiene que decir en cada caso y en cada lugar. Ha sido la candidata con mayor número de votos, ciertamente, y la que mejores discursos nos ha regalado.
Su intervención final es digna de una eminencia. No ha llorado. Lo sabemos. Ha mostrado su enorme capacidad para encajar cualquier adversidad del destino con entereza. Este título que hoy presentamos en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Callao (Madrid) es, sin duda, muy oportuno: Hillary, el poder de la superación (editorial Catarata).