Obligada a lanzar ese último mensaje del año, no se me ocurre nada. Nunca me gustaron las obligaciones, aunque me haya pasado la vida sumando una tras de otra. Además, el tiempo no existe; es una invención para recordarnos que somos tan mortales como todos y no es cierto. Nunca lo he creído. Estoy convencida de que formamos parte de un universo continuo que no desaparece. Somos eternos.
Tal vez por este motivo, en este límite impuesto de 2015, siento lo mismo que en cualquier otra época, día o calendario astral: Nada ha cambiado, siguen estando a mi lado los seres humanos o divinos que siempre me han acompañado aunque físicamente ya no tengan rostro. Son los que me hacen sentir bien, me animan, hablan conmigo en el silencio de la noche. Siento que me siguen protegiendo de las tempestades cotidianas.
Es una buena sensación: Una energía positiva mucho más fuerte que el viento me empuja. La vida es un lugar maravilloso. Nada es efímero. Todo está en el mismo lugar de siempre. Tenemos un plan, el único posible. No es el plan de negocio propiamente dicho, aunque genera los resultados más asombrosos: Amar incondicionalmente la vida. La mía. La tuya. Todos estamos conectados.Gracias. FELIZ 2016