Puede parecer un exceso. Incluso, algunos, lo encuentren narcisista. No me importa. Anoche, en Santander, en la preciosa librería Gil de Santander, en el acto de presentación de El genio de la botella, escrito por Miguel Ángel Aguirre, me he encontrado por fin conmigo misma. ¡La leche!, pensarán. Pues sí. Aunque no lo crean, a veces hay que volver a casa de otra manera. Les digo cómo: en otras circunstancias diferentes: sin maleta para quedarse, sin hijos ni compañía, de paso, rápido, convocando a las amigas de la infancia; a la que te acompañaba los domingos aburridos pidiendo limosna para el Domund; a la que compartió tus primeras ilusiones en una biblioteca de colegio; a la que escuchaba atenta alguno de tus sueños de juventud.
Ellas son las que saben algo de ti. Las que guardan en su memoria alguna frase reveladora que ni tú mismo ya recuerdas; las que mantienen intacto el retrato de tu yo original y vulnerable. Ha sido un acto necesario; entre amigos de la infancia y juventud que se alegraban de ver cumplidos algunos de mis sueños empresariales o sociales, a través de una pequeña editorial o de cualquier hazaña; amigos que contribuyeron, en gran medida, a que sintiera confianza para luchar por conseguirlos. Antes y ahora.
Estaban allí, sentados, en la Librería Gil de Hernán Cortés. El autor y yo quisimos permanecer de pie. Hablamos de su último libro acerca de los secretos del buen vino; también del anterior, titulado Tribulaciones de un directivo en paro. Y, sobre todo, hablamos de nosotros, de la editorial LoQueNoExiste que fundé en 2007 con mucho esmero; de los sueños del escritor vocacional, de la confianza. De lo que ocurre cuando ésta falta. De lo mucho que crece todo cuando, la dichosa confianza, abunda. Un acto concurrido, cargado en el ambiente amistoso de recuerdos especiales; de amigos de toda la vida, de familia, de grandes personas. Gracias a todos por haberme acompañado en este acto. Estaba segura de que lo haríais. Gracias, Miguel Ángel Aguirre, por este maravilloso paseo por mi tierra. Ha sido estupendo, incluidos los vinos y los pinchos santanderinos de Casa Lita.