Dice Bernabé Tierno que la edad de oro del niño son los cinco años, una etapa en la que todo lo que ocurre nos marca para casi siempre, aunque no lo recordemos ni seamos conscientes de ello. Este verano escuché a un amigo que supera los 50 decir: la infancia es el patio en el que jugamos toda la vida. Hay infancias de todo tipo y días en la infancia que probablemente no olvidemos jamás. El primer día de colegio supongo que no es intrascendente. Algunos lloran desconsoladamente agarrados a las faldas de su madre y siguen llorando durante horas su soledad. Otros se quedan impasibles, entretenidos con el primer amigo que encuentran a su paso. Algunos siguen queriendo volver a aquella infancia a pesar de lo mucho que lloraron; otros continúan añorando el aula y los amigos de la escuela, incluso los siguen buscando en facebook. Algunos continúan llorando hoy aquel abandono irremediable.