Pitágoras exigía a sus discípulos silencio y hacía pruebas
de silencio para ingresar y ser aceptados en su escuela filosófica. Debería ser
una prueba de fuego, también y especialmente, para los profesionales de nuestro
sector (la de callar cuando hay que hacerlo). El ser humano tarda unos cuatro
años en aprender a hablar. Pero a cerrar la boca nadie nos enseña, salvo la
experiencia decepcionante de las palabras inoportunas o innecesarias…
El humanista holandés Erasmo de Rotterdam dijo que los símbolos mudos pueden
ser más eficaces que la palabra. Es el tema del gesto, desarrollado en ‘La
lengua’ por un gran número de anécdotas y ejemplos, extraídos de la historia y
la literatura griegas. Lo esencial del silencio (como gesto) para Erasmo es
quizás su efecto: siempre simbólico, a la inversa que el lenguaje, que es
siempre diabólico. “El lenguaje es la causa de la perturbación del reposo, de
la traición del secreto, de la profanación, etc; por su capacidad de
proliferar, se torna intempestivo, incluso dominador y descarado”, escribió el
gran intelectual.