Tanto en Expomanagement, que se celebra estos días en la Feria de Madrid, como en otros interesantes foros empresariales, han ganado fuerza o están de moda los conceptos de motivación inteligente, liderazgo, empoderamiento, felicidad laboral… Una nueva y moderna profesión -la de coach- se abre paso en medio de tanta necesidad para instruir, dirigir, enseñar a liderar y a hacer felices a los trabajadores para, en definitiva, conseguir que las empresas sean así, con trabajadores felices, más rentables y exitosas.
Sin duda los perfiles han cambiado en cuestión de dos décadas. Antes, se apreciaba más a los tipos duros, el jefe autoritario (que no totalitario) capaz de alzar la voz en medio de la redacción a los periodistas -si era necesario – y pasar después la mano por el hombro a modo de disculpa tímida, para tomarse una copa y aquí no ha pasado nada… Entonces los duros eran los triunfadores; los buenos o de carácter conciliador unos blandos a los que nadie respetaba… ¡Qué tiempos aquellos, los de las redacciones con copa en mano y humareda de tabaco sin que nadie rechistara…! Las cosas han cambiado mucho. Ahora, si existe la más mínima sospecha de que un trabajador pueda estar intranquilo o estresado, te mandan a un coach o te dan la baja directamente para prevenir. Porque lo importante es ser feliz…y la felicidad (esa cosa con plumas que decía Woody Allen) hace que todos rindamos más, que las empresas sean mejores.
Cientos de estrategias, de libros y de profesionales avispados para explicar algo tan sencillo como que, el jefe, para que sea buen jefe, tiene que ser, por lo menos, buena persona. Pero que sigan haciendo literatura. A mi me gusta confirmar lo que ya me dijo mi madre o lo que mucho antes había escrito Enrique Miret Magdalena en su libro ¿Qué Nos Hace Falta Para Ser Felices?: Para ser feliz sólo hay un truco: ser moral. Decía que la felicidad, como la risa, es contagiosa. También en el trabajo. Del corazón depende casi todo.