Te echaba de menos. Sí. He despertado en Santander con una lágrima. No estaba previsto este viaje. Ha sido una casualidad. O no. Vine a presentar el libro Cántabras, nuestro legado, editado por mi sello, LoQueNoExiste y me encontré de nuevo en la casa de mi infancia. Aquí, en esta habitación, me he encontrado con la foto. Conmigo, hace treinta años. Treinta y tres. No caigas en la tentación de quitarte años. Tenía veinte y recuerdo con nitidez aquella fiesta en el colegio mayor. Estoy con mi hermana. Siempre me ha sacado media cabeza y dos años. Me reconozco: tan discreta, tan altiva. Si pudiera regresar al pasado, me cortaría la mitad de la falda, y la mitad de las mangas. Y la mitad de todas las tapaderas.
¿Por qué cuentas todas estas cosas? ¡La gente no habla de intimidades! Ya, pero lo mío es escribir y lo hago porque me he despertado con una lágrima en la casa de mi madre.
Intento recordar el mal sueño de esta noche… Estaba dormida, en la inmensidad de la casa. De pronto, me desvelo, voy de habitación en habitación y me encuentro a todos muertos. Yo, desesperada, horrorizada en el abandono inmenso de mi propia vida frente a la muerte. De niña, era un sueño recurrente. ¿Por qué me vuelve ahora?
Voy recuperando la memoria, consciente de que algunos miedos son los mismos de la infancia: quedarme sin mis vivos; en medio de la inmensa nada. Es, también, por lo que escribo, para salvarme de esa nada.
Esta mañana, tan soleada, me he secado la única lágrima y me he ido con mi madre a caminar por la playa del Sardinero. Aquí en esta playa, solo me importa la playa, la niña encantada, el agua salada. Mientras me daba el sol en la cara, notaba mi sonrisa en el fondo de mi alma: ¡cuánta fuerza, cuánta vida, cuántas ganas! Los miedos amenazan solo si me quedo dormida, apelmazada. Voy a permanecer bien despierta. Lo demás no me da la gana.
Mientras pisaba la arena, pensaba: los vacíos tienen algunas ventajas; como las olas van y vienen, se van y siempre vuelven con nuevas aguas, renovadas.
Me ha encantado este viaje a casa. He soltado mis fantasmas. Gracias por escribirme. Siento haberte dejado tantos días abandonada, sin escribirte. Sé que no tenías ganas. Ahora que has despertado, sabes que la vida puede ser alegre cuando caminas por tu playa. Que después de una ola llega otra, que detrás de cada tormenta, llega una calma, que me gusta este 2020 tan lleno de esperanzas, con vacíos que serán llenados de olas blancas. @MPpescador