Frase perfecta. La saco del libro que más me ha impactado:
Bartleby, el escribiente, de Herman Melville. Si solo pudiera recomendar un único libro de gestión empresarial, estrategia de negocios, posicionamiento, recursos humanos, liderazgo, selección de trabajadores y marketing, sería este: Bartleby, el escribiente. Tiene toda la sabiduría concentrada en lo que dura un trayecto de metro y te da para pensar toda la vida.
El escribiente, Bartleby, responde así a cada petición de su jefe: – «Preferiría no hacerlo».
Me pongo en el lugar de su jefe y lloro.Cuando leí el libro de Melville me identifiqué con el angustiado empresario, desesperado por un empleado al que no conseguía ni ordenar, ni dirigir, ni siquiera despedir.
Aún hoy, imagino situaciones similares a las suyas en LoQueNoExiste y en Medialuna y me tienta la huida sin retorno. Lo que más desespera en el mundo de la empresa es precisamente esa respuesta, preferiría no hacerlo. El «no» cuando se espera el «sí» es un mazazo que pone en cuestión la capacidad de mando, liderazgo, y estima propia; aunque uno acabe echando al susodicho.
Reconozco que he perdido la capacidad de resistir la impertinencia. He ganado autoridad. Al final, como al principio, todas las relaciones humanas son de poder, se rompen por poder y sobreviven por poder.
La desobediencia es el primer síntoma de la falta de respeto.
– «Obedecer es amar», suelo predicar a mis hijos. «Obedecer es amar», advierten también los curas, las monjas de clausura, los misioneros y militares, los jefes y las jefas, las madres y los padres. «Obedecer es amar», dice la mujer al marido y pocas veces el marido a la mujer, aunque debería hacerlo.
Voy a asegurarme de que me rodeo de obedientes. Comienzo a estar en esa edad en la que solo y únicamente soporto a los (y las) rebeldes con causa justificada. Voy a asegurarme de seguir el paso solo a quien me ama. @MPpescador