Los sueños se cumplen. Si he nacido martillo sé que los clavos me caerán del cielo. Lo meritorio es la espera. No claudicar en la escasez. Confiar siempre. Los mensajes recientes me lo confirman: el de Pedro Sánchez suena a evidencia. Se leyó Hombres por la igualdad – escrito en el momento exacto por Nuria Coronado y editado oportunamente por LoQueNoExiste – y, en contra de todos los pronósticos, ganó. Ha sido, el suyo, un desentierro apoteósico.
La foto de las once ministras y los seis ministros con el ídolo en el centro es la prueba de que le gustó el libro (y si no mira su tweet), de que ha entendido lo que Las feministas queremos y, lo más importante, de que sigue las sabias lecciones de Isabel Mastrodoménico, autora de este título recién lanzado.
Lo sabe mejor que nadie el abuelo Valentín, el autor más longevo de LoQueNoExiste. Para eso ha vivido y soñado noventa primaveras. Nunca perdió la fe en la vida. Ayer, la periodista Nieves Herrero, durante una entrevista en Onda Madrid, propuso nombrarle presidente del Reino de los niños y organizar un acto de homenaje. ¡Qué gran idea! El reportero Rafa Rodrigo quiere seguir el hilo de una historia que él mismo comenzó y está dispuesto a desarrollar la idea.
Yo apoyo la causa de la infancia. Estaría dispuesta a fundar el Partido de los Niños de España con este gran hombre a la cabeza. Valentín Huerta, como buen sabio, tornero de profesión durante toda su vida, dice que “un país que no cuida a sus niños y niñas es un país podrido”.
Estoy recibiendo mensajes reveladores estas semanas de lluvia y tormentas. Me siento, sin embargo, en una jaula de papel; peleando, atrapada en miserias humanas, dispersa. El mío, mi sueño, siempre ha estado claro: Generar riqueza promoviendo el talento; no es un sueño unitario, sino colectivo. Solo con un equipo comprometido, alineado en este mismo fin, puedo conseguirlo. Lo demás son piedras en el camino.
No siempre he sido tan radical como el flamante presidente Pedro Sánchez. Me cuesta demasiado cortar las cuerdas, saltar al aire, romper con la mordaza. Toca no mirar al suelo sino al cielo y, sin embargo, cuánto pesa levantar la cabeza, despegarse de las cuerdas que a menudo tiran hacia abajo. Todas son demasiado humanas, desconfianzas en forma de intereses varios.
Entiendo un poco más la vida y, sin embargo, percibo que, para seguir soñando, como Valentín, para cumplir mis sueños, debo permanecer despierta, consciente de mi poder, creída de ser el martillo que finalmente servirá a su cometido. Cuesta remar entre marejadas. Este es, sin embargo, el papel de quien se dirige a una meta: Creer cuando nadie cree, seguir cuando parece imposible, resistir ante las resistencias.
Nieves Herrero preguntó durante la entrevista de Onda Madrid si costó convencerme de editar #loscuentosdelabuelovalentín. Si hubiera estado dormida, hubiese respondido esto: “Es un libro caro que se vende barato; imprimir a color cuesta un riñón, toca crear un amplio equipo, contratar ilustradora, director artístico. Las ventas no siempre compensan”. Sin embargo, hice del sueño de Valentín el mío: editar sus cuentos para que “cuando yo no esté quede mi palabra”.
Todos los sueños se parecen unos a otros. El mío- generar riqueza con el talento- me emociona la vida. Por eso, me toca estar presente, ser visible, declarar en alto este propósito de vida; lanzar el mensaje al universo de la mano de @medialunacom, para que, por arte de magia, los clavos caigan del cielo,entre libros y campañas de comunicación. Todo está escrito. Será, por eso, la palabra la que desvele el misterio del martillo y el clavo.