Emprender desde el cero tiene ventajas. Por cero entiendo “ni un solo cliente y ni una sola factura que emitir”, bajo el paraguas de una idea poderosa y la ilusión apasionante por crecer. La primera ventaja del cero es casi una orden, pues obliga a definir los objetivos, a establecer estrategias eficaces y a calcular el presupuesto con prudencia para, al menos, los seis primeros meses de andadura.
Hace casi quince años, en junio de 2000, mi objetivo era conseguir los primeros clientes y poner en marcha la empresa a pesar de la crisis que azotaba, entonces, al sector de la comunicación en España. La tarea fue compleja. Quería comenzar sin caer en uno de los vicios más habituales de mi sector: fundar una nueva empresa sirviéndose de los clientes de otra a la que se abandona por una u otra razón. La moral pura tiene las manos limpias y lo que quería, entonces y hoy, era agitar las manos, trabajar con libertad, construir sin destruir. El estilo con el que uno se lanza a la aventura de emprender debe contemplar la experiencia necesaria del cero. Sus características son muy sencillas: nada que perder, todo por ganar. Y, su naturaleza, universal: el primer paso.
La honestidad es rentable y resistente
Muchas nuevas empresas serán creadas este 2015 en el ámbito de la Comunicación, la Publicidad y el Marketing. Tal vez algunos de vosotros estés pensando en poner en marcha un nuevo negocio. ¡Ánimo, adelante, necesitamos esa energía! Si el estilo del arranque contempla el cero, esos nuevos proyectos tendrán seguro más posibilidades de prosperar. La honestidad siempre es rentable a medio y largo plazo. Y cualquier empresario debe estar preparado para vencer los miedos del cero.