Los números delatan emociones. Algunos emiten señales negativas; otros nos recuerdan al Gordo de la Navidad. Hay quien prefiere el ocho, gordito y pastelero; quien se aferra al del día que nació su hijo o a la edad de Jesucristo. Los números, en la empresa, casi siempre cantan, hablan, sonríen, aconsejan, lloran. Los hay de color rojo, verdes, amarillos… Conviene entenderlos para hacer buenas sumas; ponerlos en orden o, simplemente, advertir de su señal. Este primer trece de este 2013 nos tiene a todos descolocados: No acabamos de identificar el olor ni el tipo de señal. Deberíamos intentar conjugarlo. Al fin y al cabo es un número como los demás, que respeta la lógica, que puede conjugarse. Podemos darle la vuelta mentalmente para que parezca otro: 31, el año en el que se proclama, tras unas elecciones generales, la II República Española. Mejor no recordar Las Trece Rosas que vinieron después con la violencia del régimen franquista. También podemos, para animarnos, añadir un signo positivo. Así 13+ ¿a qué parece otro? O pintarlo- para alegrarlo- de color azul verdoso. Sin duda, todo dependerá de la lógica matemática. Feliz nuevo año. Será emocionante.