Dos tipos de personas abundan en las empresas, en las casas, en el mundo: los nidos y los pájaros.
Los primeros suelen permanecer siempre en el mismo lugar, cobijan más o menos, arropan, esperan a que lleguen sus crías, si es que llegan; les gusta hacer de jefes o están destinados a serlo si encuentran materiales para la construcción. Los segundos, los pájaros, a menudo van y vienen buscando el mejor nido posible; los hay- entre estos- cariñosos y conformistas (suelen quedarse agradecidos si encuentran un lugar cómodo), trepadores y curiosos o, incluso, de mal agüero. También pajarracos que se comen lo de otros y no dejan sitio. Quieren todo el nido pero seguir volando. De todo tipo los encontramos. Es sano darse cuenta a tiempo dónde encajamos mejor: si somos nidos o pájaros. Lo que no puede pretenderse sin sufrimiento o fracaso es ejercer de pájaro siendo nido o viceversa.
Existen muchos pájaros sin nido, en búsqueda permanente de cobijo y muchos nidos descuidados en los que no apetece estar. También hay nidos equivocados, que deberían ser pájaros y volar más. Tal vez ninguno hayamos hecho la reflexión pertinente a tiempo: ¿tú eres nido o pájaro? Conócete a ti mismo, dijo el sabio griego.