Al menos, con esta crisis, ya está mejor visto lo de quedarse en casa por vacaciones y uno no siente obligación de sorprender o resultar original ante la pregunta de su vecino: ¿dónde has estado estas vacaciones? Hay que reconocer que esta cuestión pesaba más hace pocos años. Antes de la crisis estábamos todos convencidos de que «como fuera de casa, en ninguna parte». Ahora que hay menos facturación, las empresas encogen sus presupuestos y no sabemos si antes o después del 20N nos quedaremos sin paga extra, volvemos a creer en el hogar; en el sofá de casa, en la novela que nos propusimos leer con calma. Todo tiene sus ventajas. Menos mal que algunas casas las hacen con terraza. O con vistas al mar.